Tenemos el mismo tiempo, aunque lo usemos diferente. Tenemos el mismo tiempo porque las horas transcurren igual para quien tiene mucho y para quien tiene poco que hacer con ellas.
El mismo reloj marca y avanza los mismos segundos de la misma manera en las diferentes agendas.
Unos corren entre un pendiente y otro pensando que parar es un desperdicio de su alabado tiempo, otros entienden que aprovecharlo no es explotarlo, sino disfrutarlo.
Y es que no estamos para el tiempo, el tiempo está para nosotros. No vivimos para ajustarnos al tiempo, vivimos marcándolo para ver y entender el avance; para aprender del pasado, actuando en el presente pensando en congruencia con el futuro que queremos.
Sin darle muchas vueltas. No vinimos a estar contrarreloj, no vinimos a pensar en las horas que quedan hoy para llenarlas con la ansiedad de creer que no alcanzan, porque ayer tuvimos el mismo tiempo que el que tenemos hoy y con suerte tendremos mañana.
Vivimos esperando cosas del tiempo pero el tiempo no espera nada ni aguarda por nadie, lo único seguro es que no se detiene, y no pasa nada, aunque pasen muchas cosas, no pasa nada.
A veces seremos más productivos, a veces más reflexivos, pero siempre avanzamos, todos al mismo tiempo y a diferente ritmo, porque aunque lo usemos diferente, el segundero corre igual para todos y, vayamos más rápido o más lento, siempre tendremos el mismo tiempo.
Andrea.