Como sociedad, no podemos determinar la capacidad y el alcance de un individuo basándonos únicamente en el color de su partido, sería un juicio demasiado arriesgado porque cien millones de mexicanos divididos entre tres o cuatro partidos es una escala demasiado grande.
Esos tres o cuatro partidos solamente son el sistema que la Constitución establece como método para alcanzar el verdadero objetivo, la selección de un líder.
Un líder que se encargue de proponer y ejecutar un plan que nos haga avanzar como país y desarrollarnos como sociedad.
El partido es el medio por el cual ese líder trabaja para lograr un cambio importante. Es el sistema que le propone un camino para impactar y trascender, para darse a conocer e invitarnos a creer en él.
Creer en él dejando de lado su selección de corbata o el color de sus tacones, su nivel socioeconómico y sus alianzas con importantes empresarios. Creer en él como persona, no como afiliado, porque cuando llegue el momento de que nuestro líder nos presente resultados, no nos va a importar de dónde viene, sino a dónde va.
Por nuestra parte, cuando llegue el momento de elegir ese líder mexicano, no votemos por el partido, votemos por el candidato.
Andrea.