Llegas a tu casa y tienes frío, prendes la calefacción para entrar en calor, ves que tienes tiempo para descansar y te quitas los zapatos porque como son nuevos, te incomodan. Un rato después sientes hambre, te acuerdas de que tienes que cuidar lo que comes porque comiste tanto el mes pasado que todos y cada uno de los 15 pantalones en tu closet te aprietan.
Entonces empiezas a quejarte de que la calefacción te seca la garganta, de que te aburres porque tienes mucho tiempo libre, te molesta que te duelen los pies por tus zapatos nuevos, eres infeliz porque la comida engorda y porque tienes demasiados pantalones de la misma talla.
Él llega a su casa con frío, buscando la colcha que le regalaron hace 5 inviernos para entrar en calor, ve que su hijo está descalzo y se quita los zapatos porque quiere darle sus calcetines al niño. Un rato después siente hambre, se acuerda que está cuidando lo que come porque tiene que repartirlo entre su familia y encima tiene que comprar tres uniformes para antes de la semana que entra.
Entonces se da cuenta de qué hay mucha gente que se encuentra en una situación peor, se da cuenta de que hay quien no tiene esa colcha de hace 5 inviernos, hay quien no tiene zapatos para ir a conseguir un trabajo y no puede llevar comida a la mesa de su familia, o peor aún, hay quien no tiene que comprar esos uniformes porque no tiene familia.
Es contrario a la lógica que mientras más tenemos, menos apreciamos. Muchas veces, quienes se acostumbran a tener, dejan de valorar.
Creo que no tiene nada de malo vivir con comodidades, pero es fundamental saber que no todas esas comodidades son necesarias para ser feliz. Aprovecha el alcance del que gozas, porque si tienes comodidades, tienes posibilidades… y si puedes hacer o lograr algo con eso que tienes, hazlo, porque no aprovecharlo para ti o para otros, es peor a no tenerlo.
Vive de tal manera que nunca te acostumbres, vive dándote cuenta de la suerte que tienes de tener.
Andrea
Andrea Puebla 