Romance.

Siempre hemos visto a los romances como cuentos donde la pasión domina a la razón.

Muchos románticos encuentran romance hasta en el café. Les emociona el misterio y la completa entrega a la aventura, quieren ser románticos y vivir un romance con otro romántico. Aprecian una perspectiva fantástica, liosa, sublime y a veces egocéntrica de las relaciones; pero un romance a solas no es garantía de una historia de amor, porque lo que se basa solo en la emoción está destinado al fracaso.

El romance a solas puede ser mas bien una etapa que precede al enamoramiento y que solo lo invita una vez que los románticos entienden que se quieren por lo que son, no por lo que hacen o pueden hacer el uno por el otro.

Conocerse y admirarse se vuelven prioridad para un romance que llega a ser amor; y al así querer, el corazón del romántico sigue acelerando su frecuencia cuando las ganas de volver a verse provocan su impaciencia.

Un romance no garantiza enamorarse, pero enamorarse con romance hace a cualquiera interesarse.

Un romance sin amor limita y es limitado, envuelve, enseña, distrae, a veces aburre pero también entretiene. Un amor con romance impulsa, apasiona, crea, inspira, teje y deshebra, aprecia y acompaña. La función del romance en el amor, es hacer que ese cuento se convierta en una gran hazaña.

Andrea.

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