Las que tú decidas que sean tus distracciones se convierten en tu vida. Empiezan a definirte, de repente te encuentras sin poder dejar algo que pensaste que sería temporal.
Así, sin avisar, tu distracción se convirtió en pasión.
Crees que puedes dejar de distraerte cuando tú quieras, que por ahora vas a seguir perdiendo el tiempo, porque te estás entreteniendo y «no te afecta» así que da igual si te sigues distrayendo un rato más, porque eventualmente lo vas a dejar… como cualquier adicto.
Pero es que si estás distraído, no estás poniendo atención a eso que deberías estar haciendo, y esa falta de atención es la que poco a poco te hace perder el interés en ti y en tus prioridades.
Tus prioridades, esas que te acercan mucho más a tu tú de verdad, donde sí te reconoces y te sientes bien siendo tú y estando donde estás.
No te esperes a que tus distracciones se transformen en tus pasiones, busca tus verdaderas pasiones por medio de tus acciones, porque te consta que tus prioridades te definen mucho mejor que tus distracciones.
Andrea.