Minimizo muchas veces mi diagnóstico para no incomodar a los demás, porque incomodar me incomoda a mi en primer lugar.
En algún punto entendí que una niña buena no causa preocupación o desorden, y aún teniendo esta idea en mi cabeza, desde chiquita fui una rebelde a la que le gustaba retar al disturbio social.
Crecí con ese conflicto interno y unos cuantos más. gracias a Dios la vida me puso en situaciones que me obligaron a desmenuzar introyectos hasta encontrar cómo pienso en realidad, qué siento y cuál es mi verdad, cómo estoy y quién soy sin importar con quién o en qué lugar. entendí que puedo ser mil cosas a la vez y que es un alivio no juzgarme con la misma métrica con la que juzgan en esta ciudad.
Pero se que no me gusta sentirme delicada, frágil o menos capaz, por eso no me gusta el medidor, me había resistido a usarlo porque sigo batallando con comprender que un simple botón en el brazo no me vuelve menos funcional.
Mucho no me gusta de esta medida, pero también se que conocerme más es lo que más me ha ayudado a estar. por eso estoy dispuesta a tratar de hacer las paces con ella y de paso, seguirme haciendo la idea de que a veces esta bien incomodar un poquito a los demás.
Andrea.

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