Resaltan la tristeza y la impotencia cuando la inconsciencia colectiva se desviste frente a mi, poniendo en evidencia las imposiciones que los convencionalismos de mi sociedad exigen de mi con la bandera de la única verdad, verdad individual que, por costumbre, constantemente adopto como guía sin cuestionar, aunque más de una vez no se sienta bien, aunque más de una vez no tenga sentido para mi; es como si aún sabiendo que habiendo vivido diferente, sentido diferente mientras crecía, habiéndome expuesto a diferentes historias, personas y situaciones, debería de pensar, sentir y decidir igual que los demás.
Me considero rebelde, y muchas veces he sentido lo que es limitarme o intentar ser alguien que no soy para satisfacer rígidos estándares, lo único que he obtenido es una probada de aceptación falsa, una aceptación que satisface las expectativas de quien acepta y no necesariamente las necesidades de quien es “aceptado”.
Entiendo que un ambiente controlado parece más ameno y adecuado para la armonía comunitaria, entiendo que hay convencionalismos y costumbres, principios y valores, leyes, interpretaciones y normas que hacen que funcionemos juntos, solo espero siempre buscar el sentido personal que respalde el valor de mis prácticas, así como solo espero siempre revelarme frente a las que no van con lo que soy y con lo que desinteresadamente quiero ser. Solo espero siempre hacer las cosas por convicción y no por compromiso.
Andrea.